Primer Encuentro Profesional con cerveceros belgas

Siguiendo con la larga lista de eventos cerveceros de estas últimas semanas, le toca el turno al Primer Encuentro Profesional con Cerveceros Belgas que tuvo lugar el pasado martes 3 de Diciembre en la residencia del Embajador de Bélgica. Los que siguen habitualmente el blog sabrán de mi pasión por la cerveza belga, principal responsable de que mi afición por la cerveza se convirtiera en auténtico amor incondicional. Bélgica, uno de los principales productores mundiales de cerveza, a pesar de ser un país con tan sólo 11 millones de habitantes y una extensión de 30.000 km2, ofrece una variedad sin igual de cervezas de diferentes estilos y de gran reputación. El evento de la semana pasada iba a ser una gran oportunidad para degustar un buen número de cervezas pudiendo mantener un contacto directo con los productores de las mismas, charlando con ellos y estableciendo también en algunos casos relaciones comerciales.




A la cita estaban convocadas 12 cerveceras belgas procedentes de la región de Flandes que eran (por orden alfabético):

-Antwerpse Brow Compagnie
-Bavik
-Broeder Jacob
-De Bie
-De Halve Maan
-Haacht
-Henricus
-Icobes
-Pirlot
-Roman
-Sint Jozef
-The Musketeers

Muchos de estos nombres posiblemente no sean muy conocidos para algunos cerveceros, pero si hablamos quizás de Brugse Zot, Boucanier, o Troubadour, que son algunas de sus referencias por ejemplo, comenzarán a sonar más los nombres.


Fotografía cortesía de Humulus Lupulus

Aparte de las cerveceras allí congregadas, para la ocasión, la organización invitó a profesionales del mundo de la cerveza y afines, logrando reunir a distribuidores, comerciantes, bloggers y prensa. Así resultó posible saludar a Nicolás Larraga de la cervecería L'Europe, Javier de La Tienda de La Cerveza, a Guillermo de Beer Garden, a Ernesto de Yria-Guinea Pigs y Cervezorama 2.0, a Gonzalo de Humulus Lupulus, a Isidro de Zumo de Cebada, a Erik Coene de Cervebel, a José Ramón de Bar and Beer, a Txema de Birrapedia y a muchos más. Un servidor fue representando al blog y a Labirratorium como comercio especializado. 


El evento fue organizado por la sede de Madrid de Flandres Investment and Trade. Esta organización se encarga de prestar ayuda tanto a exportadores de Flandes como a inversores españoles que mantienen interés en expandirse en el Norte de  Europa.  Al frente del equipo organizador se encontraba el Sr. Dirk Verlee, quien nos recibió y estuvo pendiente de la buena marcha del evento. Un buen detalle a destacar: la organización nos obsequió con un completo dossier de prensa e información sobre las cerveceras presentes, en una memoria usb junto con un cuaderno-guía para tomar notas de las cervezas catadas y algunos folletos informativos sobre Flandes y sus cervezas.



Observando el desarrollo del encuentro, recordaba enormemente al formato de las ferias de cerveza artesana que tanto han proliferado a lo largo y ancho de nuestro país en el último año. Cada cervecera tenía su espacio, con una mesa donde se encontraba el propio productor o representante de la fábrica, con el que era posible hablar generalmente en inglés sin ningún problema, aunque alguno también intentaba hablar en español, lo que igualmente era de agradecer. Aquí quiero destacar la amabilidad y el buen trato ofrecido por todos ellos. En cada mesa también había copas y botellas muy bien dispuestas junto con unos platos de aperitivo, que incluían embutidos cortados y queso con mostaza  que permitían que la cerveza se asentase bien en el estómago.


Doce eran las cerveceras, y más de 60 eran las distintas referencias que ofrecían y que era posible degustar durante este encuentro. Teniendo en cuenta que fuimos invitados a las 11 de la mañana, resulta obvio decir que era auténtica misión imposible poder probarlas todas, por lo que había que seleccionar. En mi caso, y creo que fue propósito compartido por más invitados, lo que busqué fue probar aquellas cervezas de las que no conocía el productor, o bien conocía el productor pero no gran parte de sus referencias allí presentes. Y aquí he de mencionar algo que fue comentario general del grupo con quien compartí cervezas e impresiones, y es que resultaba sorprendente comprobar que de muchos productores conocíamos varias de sus cervezas (las que llegaban hasta España a través de los distribuidores) pero sin embargo, no llegaban otras que sí pudimos probar en esta ocasión y que sin duda eran sus mejores elaboraciones.




La primera cervecera por la que me decanté fue Henricus, y sus cervezas Paljas Blond y Paljas Bruin, ya que jamás había oído hablar de ellas. La explicación fue bien sencilla: se trata de una microcervecera muy joven, nacida este mismo año. Su primera elaboración, la Blond fue lanzada el pasado mes de febrero. Se trata de cervezas alejadas un tanto del perfil habitual de la mayoría de las cervezas belgas, donde sobresale la malta y su dulzor, el cuerpo y el elevado contenido alcohólico. En este caso se trata de cervezas de perfil más ligero, pensadas para beber con facilidad e incluso refrescar en el caso de la Blond, ambas con tan sólo 6º de alcohol. Para muchos de los que pudimos probarla les convenció más la Bruin, con las habituales notas torrefactas y algo caramelizadas de este tipo de cervezas, con un toque más dulce que su hermana. Aunque sin embargo, a mi me pareció más corriente. Por contra la Blond, chispeante, bien carbonatada, con matices a cereal y levadura y con un final seco y más amargo que la mayoría de las cervezas belgas salvando las Belgian Pale Ale, me pareció más original, e interesante, una cerveza belga diferente. Se pudo degustar igualmente de barril, donde sensiblemente mejoraba, resultando más equilibrada y una cerveza muy apta para tomar una tras otra. Una buena elección para comenzar la sesión de cata.




La siguiente cervecera elegida fue Bavik, conocida en mi caso gracias a la gama de cervezas Petrus, con algunos buenos exponentes en el género, en especial aquellas de estilo oud bruin. Se trata de una pequeña fábrica de carácter familiar, que en la actualidad se encuentra dirigida por la quinta generación de la familia De Brabandere que tomó precisamente el relevo a comienzos de 2013. Fueron 4 las cervezas que pude degustar de esta cervecera. La primera de ellas, la Camarederie, es una IPA belga con 8º de alcohol, y en la que el lúpulo era perceptible con una claridad y definición sorprendentes. El secreto se encontraba en la frescura de los lúpulos empleados (Citra y Amarillo) que proporcionaban una auténtica fragancia repleta de notas frutales y cítricas como pomelo, melón y lichis combinadas con algunas otras florales y también de levadura. En boca perdía ligeramente algo de fuerza, pero mostrándose en cualquier caso como equilibrada, y una cerveza capaz de cubrir las expectativas de los aficionados al género. De cuerpo medio, carbonatación moderada, con fondo de malta y caramelo y con un final seco y algo especiado,  y un amargor más leve del esperado. Una cerveza más que aceptable, que daba paso a la que para muchos fue una de las mejores cervezas que pudimos probar: 




La Wittekerke Winter White, una wit bier de trigo de invierno, con mayor aporte de malta y contenido alcohólico alcanzando unos 7,5º, que se encontraban por otra parte perfectamente camuflados. Soberbia cerveza de trigo que superaba las cotas establecidas por mis favoritas de género como la Blanche des Honelles, la St. Bernardus Wit, o la Blanche de St. Feuillien. Intensamente aromática con una sinfonía de notas afrutadas, donde el plátano reinaba a placer, complementadas con otras de carácter cítrico. Otros matices que acompañaban en nariz eran el trigo, la levadura y las especias, donde afloraba el cilantro típico, pero donde se intuía alguna otra especia que no logramos desenmascarar. En boca, intensa, con cuerpo, burbujeante y con un final seco y especiado generó muchas buenas impresiones. De hecho, posee un galardón de prestigio, la Medalla de Oro Europea del World Beer Awards de 2013, lo cual sorprende con la baja puntuación en ratebeer, tal y como sucede con otras buenas cervezas, señal de que las puntuaciones en la famosa web de críticas han de tomarse con la correspondiente cautela. Resumiendo, una cerveza de Navidad, que a mi parecer no debería faltar en el catálogo de productos de las distribuidoras. Otra cerveza de esta misma fábrica que generó buenas impresiones fue la Petrus Winter 9, que como su propio nombre indica se trata de la edición de invierno de la serie de cervezas Petrus y que contiene 9º de alcohol. Una cerveza compleja, con notas dulces, maltosas y especiadas, donde destacaban caramelo, azúcar quemada, toffee, pasas y canela.  Una típica ale de invierno belga muy correcta. Para finalizar la cuarta y última cerveza de la marca, fue la Wittekerke Rosé, una cerveza de frutas muy ligera, para rebajar un poco el paladar y que no alcanzaba ni remotamente a su homónima de invierno. Notas de frambuesas y gusto azucarado, un tanto artificiosa. Un refresco para aquellos que optan por cervezas de perfil muy liviano.




Tras las buenas sensaciones mostradas por las cervezas de la centenaria Bavik, pasé a probar varias cervezas de la gama de Biere du Boucanier, procedentes del norte de Bélgica. Me llamó la atención la variedad existente, ya que sólo conocía su potentísima y alcohólica Strong Golden Ale de 11º que elaboran, que es la más accesible en España, y cuyas llamativas etiquetas a buen seguro que forman parte de los álbumes de los coleccionistas. Pero había más cervezas disponibles, por lo que me decanté por probar su Christmas Ale, por cercanía a las fiestas y también la Caribbean Ale (su más reciente, y por último su Red AleLa Christmas Ale con 9,5% de alcohol, era una muestra notable de una cerveza navideña belga, con los habituales atributos de este tipo de cervezas. Potente sabor (dulce, maltoso, con intensos matices a caramelo), cuerpo robusto, matices a fruta seca, mucha especia (canela y jengibre entre otros) y alcohol presente en todo momento, proporcionando esa sensación de "warming", como dicen los anglosajones, y que no quiere decir otra cosa que el calor, y el ardor que sentimos en la boca y la garganta, generando una sensación reconfortante



La Caribbean por contra es una cerveza bien distinta. Con bastante menos alcohol (6,5º) y también un cuerpo más ligero, se trata de una cerveza cercana a las Belgian Pale Ale, con una mayor dosis de lúpulo (en aroma y sabor) que la que se suele usar en la mayor parte de las cervezas belgas, lo que la dotaba de matices cítricos, y también terrosos que acompañaban a los casi más evidentes matices de levadura y algo de fruta (albaricoque). Quizás con un ligero exceso de carbónico, me pareció una cerveza interesante y algo diferente de lo esperado, que merece ser probada. Y para finalizar, la mayor de las sorpresas dentro de esta cervecera, su Red Ale que con 7º encandiló a más de uno. Con una nariz repleta de matices afrutados (melocotón, piña, cítricos, albaricoque), especiados (canela, pimienta y alguna otra sin desvelar) y un fondo de suave caramelo, en boca se revelaba como una cerveza muy bien equilibrada, a pesar de su perfil dulce, donde se reproducían de nuevo los matices detectados en aroma. Cuerpo medio y carbónico muy bien ajustado la convertían en una cerveza fácil de beber. LLama la atención por tanto que sólo llegue a España (o al menos en apariencia) la Golden Ale, cuando hay varias más dentro de la marca que podrían tener cabida en el mercado, y que seguramente podrían tener la suficiente demanda.



En  la misma sala y junto a las mesas donde se encontraban las cerveceras ya comentadas, se encontraba una de las fábricas de cerveza belgas centenarias y con mayor tradición, la Brouwerij Roman, fundada nada menos que en 1545, y que se encuentra en manos de la familia Roman desde 14 generaciones atrás. Entre sus cervezas más conocidas en nuestro país se encuentra la gama de cervezas de alta fermentación Ename, y la Adriaen Brouwer. Entre las ofertadas durante el encuentro, me fijé (en parte por su llamativa copa) en la Sloeber, una cerveza de la que había oído hablar pero que aún no había podido catar. Se trata de una strong golden ale, de 7,5º, muy transparante, y cuyo aroma deja aflorar principalmente notas de levadura, y alcohol. Con una carbonatación acentuada en boca se mostraba como una cerveza alcohólica, seca y astringente. Un tanto decepcionante he de confesar, prefiriendo de esta misma marca las mencionadas Ename.




Era el momento de cambiar de sala y dar paso a otras cerveceras. Así comencé por otra cervecera de la que no conocía ninguna de sus elaboraciones, la cervecera Pirlot y sus Kempisch Vuur. Hasta mis labios llegó una copa (que me ofrecieron mis compañeros) de la Hoppergod, una cerveza de 6º catalogada como una IPA belga, pero que francamente no me lo pareció en absoluto, y dudo si había algún problema de contaminación en esta cerveza, ya que afloraban aromas nada esperados como establo, orín, paja... En boca ganaba puntos pero no llegaba a remontar el vuelo, mostrando acidez, y un final seco que no se corresponde para nada con lo esperado, seguramente debidos al mencionado problema de contaminación en el lote.
Tras las malas sensaciones con esta última cerveza que de forma algo fortuita llegó hasta mis manos, pasé a visitar la zona donde se encontraba la cervecera De Bie, establecida en Watou desde 1992 (muy cerca de la región de Poperinge, y sus plantaciones de lúpulo). Llegan a producir hasta 10 tipos diferentes de cervezas en la actualidad. Alguna de ellas ya conocida por mi como la Hellekapelle, una Golden Ale de baja graduación (hablando de cervezas belgas) con tan sólo 5º, muy carbonatada, seca y con matices de levadura, cítricos y manzana, que no resulta nada destacable o también la Riebedebie, otra Blond Ale, con más cuerpo y alcohol, cercana a una triple y con matices dulzones como miel y ligeramente afrutada y especiada, que superaba a la anterior. Para finalizar de esta misma cervecera pude probar la Zattebie, una de sus cervezas más reputadas, y en este caso son más que merecidas sus buenas críticas a tratarse de una buena Strong Dark Ale con 9º de alcohol, compleja aromáticamente con matices a miel, frutos oscuros, azúcar tostada y especias. En boca resultó maltosa, pero con un cuerpo mediano. De gusto dulce y afrutado, mantenía el alcohol bien oculto. Muy agradable.




La siguiente cervecera, la Antwerpse Brow Compagnie, sin duda llamaba poderosamente la atención por la  imagen de su cerveza bandera, la Seefbier, inspirada en los anuncios publicitarios vintage propios del primer tercio del siglo XX. Se trata de una cerveza local de la región de Amberes, que guarda tras de sí, una gran tradición histórica, casi legendaria. De hecho hasta la década de los 30, la Seefbier era la cerveza más consumida de Amberes. Hasta tal punto llegaba su popularidad que aún hoy en día un barrio de la ciudad, el Seefhoek toma su nombre de la cerveza. Sin embargo ambas Guerras Mundiales hicieron mella en la producción cervecera del país, haciendo desaparecer un gran número de pequeñas fábricas. Entre estas fábricas tristemente desaparecidas se encontraba precisamente la de esta singular cerveza. Durante décadas además se supuso que la receta de la Seefbier había igualmente desaparecido, pero tras 80 años, y después de buscarla durante otros 3 años más, se logró encontrar la receta, lo que facilitó la resurrección de la Seefbier usando justamente la misma receta que la original. Tan sólo un año después, la cerveza ha logrado ser muy popular y acumular una serie de buenas críticas y galardones como sendas medallas de oro tanto en la World Beer Cup como en los World Beer Awards. Se trata de una cerveza elaborada con 4 cereales, entre los que se encuentra el trigo sarraceno. Con 6,5º es una cerveza de aroma afrutado con ésteres de levadura, aflorando plátano y cítricos, como sucede con las cervezas de trigo habitualmente. Con un elevado carbónico, en boca aparece como una cerveza cítrica y especiada, sin llevar ninguna especia. Sólo producto del trigo sarraceno y la levadura. Equilibrada y con un cuerpo muy bien ajustado, es una cerveza muy refrescante cuyos 6,5º son prácticamente imperceptibles. A mi parecer, la cerveza revelación del encuentro. 

Las siguiente cervecera elegida para la degustación, fue la Broeder Jacob, una pequeña y joven fábrica que comenzó su andadura tan sólo 4 años atrás, con muy buenas ideas, y con una serie de cervezas inspiradas en gran parte en las cervezas de abadía. El nombre y el logo de la compañía dejan claro este punto. Conociendo de antemano la Bruin y la Tripel dentro de su portfolio, me incliné por probar las dos cervezas de las que todos los presentes estaban hablando en aquel instante en la sala: la Double Port y la Double Espresso



La Double Port con 9º se trata de una cerveza añejada en barricas de Oporto. Una cerveza dulce, compleja, de gusto y aromas intensos predominantemente dulces, donde el Oporto resulta obvio junto alguna presencia de taninos y frutos rojos, combinando muy bien las notas procedentes de la malta, como caramelo, y otras como uvas pasas. Cuerpo ligeramente licoroso, y un final tanto seco como dulce. Sensacional para acompañar postres, y esencial para aquellos que compartan gusto por la cerveza y el Oporto. Por otra parte la Double Espresso con sus 7,7º resultó aún mejor. Una cerveza con un despliegue de matices torrefactos muy difícil de ver en las cervezas belgas. Aroma y gusto de malta tostada y delicioso café que inunda nariz y paladar aunque de forma muy delicada, resultando una cerveza muy paladeable. 




Tras estas dos auténticas joyas pasé a visitar el puesto de la cervecera Haacht, que muchos no sabrán, pero se trata de la fábrica de las grandes cervezas Charles Quint, cuyas Blond y Red Ales son cervezas que han de estar incluidas en el hipotético recorrido didáctico por la cerveza belga que ha de hacer todo buen cervecero. Intentando buscar el contrapunto me incliné a probar una cerveza de frutas, la Mystic Peach que utiliza malta de trigo y melocotón natural. Algo que queda de manifiesto en el maravilloso perfume a melocotón y levadura que afloraba de la copa. Con tan sólo un 3,7% de alcohol, se bebía sola, resultando una cerveza destacable dentro del género.



Aún quedaban muchas cervezas por probar y se iba acercando la hora crítica de la comida del mediodía, por lo que decidir las últimas cervezas de la sesión de cata resultaba difícil. Opté por probar al menos una referencia de otra fábrica desconocida: La Sint Jozef. Opté por otra cerveza de frutas. En esta ocasión, la Bosbier, que con su color oscuro y su descripción comercial hacía presagiar que íbamos a encontrar muchos matices a frutas del bosque como moras y arándanos. Sin embargo y por segunda vez en la jornada, aparecen los molestos e inesperados aromas desagradables. En este caso, era un olor rancio, como a corteza de queso viejo, que no encajaba en este estilo. Quizás en una oude gueze es factible, pero en esta cerveza, no, lo que me hace pensar de nuevo en una contaminación accidental. Eso sí, al calentarse la copa, y dejar transcurrir un breve tiempo, iba menguando la sensación, lo que permitía que asomasen esos dulces matices afrutados, aunque con menor intensidad de la esperada. Una lástima.




Para el final quisimos dejar dos viejas conocidas: De Halve Maan y The Musketeers, pudiendo degustar de la fábricas de Brujas la fantástica Straffe Hendrik Tripel, especialmente indicada para los amantes de las triples de abadía alcohólicas y de final seco. Mientras que de "Los Mosqueteros" fueron varias la elegidas. 





Su excepcional Troubadour Magma, una ipa belga, que posiblemente se sitúe en el escalafón más alto dentro de este particular estilo, no defraudó con su maravilloso aroma a melocotón y flores. Aparte probé un par de cervezas más de la casa. En primer lugar, la Speciale, que defraudó un poco. Con 5,7º de alcohol, su aroma no resultó especialmente potente ni llamativo, salvo por algunos ésteres de levadura y especias. Dulce en paladar y de final seco, sin ser una mala cerveza, resultó algo decepcionante. Y para finalizar la Troubadour Obscura con 8,2º y que haciendo honor a su nombre, resultó ser una cerveza con multitud de matices propios de maltas oscuras, como intenso caramelo tostado, y grano torrefacto. Cuerpo y sensación en boca melosa, y final seco. Una cerveza muy interesante, pero que no superaba a su hermana, la excelente Magma.

Con esta ya habían sido muchas las cervezas probadas y el hambre acuciaba nuestros estómagos, por lo que dimos por concluida una mañana muy productiva, donde habíamos podido conocer de primera mano a algunos productores belgas, y degustar algunas cervezas de gran calidad. Tras despedirnos de los presentes, y en particular de Don Dirk Verlee, agradeciéndole el habernos invitado y el buen trabajo realizado con la organización del evento,  abandonamos la residencia del Embajador de Bélgica, mientras que seguíamos contrastando opiniones sobre las cervezas probadas. Coincidiendo con muchas de estas opiniones, si tuviera que destacar tres cervezas de las probadas durante el evento serían: la Bavik Wittekerke Winter, la Broeder Jacob Double Espresso, y la Troubadour Magma. La cerveza revelación sin duda fue la SeefbeerPero es que hay tantas buenas cervezas en Bélgica, que por muchas que se puedan probar resulta harto difícil decidir...

Comentarios

  1. A tantas palabras y sabiduría solo te voy a contestar con 2: envidia y cochina. ;). Un abrazo, Juan!

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  2. Me abrumas Pau, y siento darte envidia, pero tú no te quedaste corto con ese viaje a Baviera que me puso los dientes largos este verano, jajaja! Un abrazo!

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