Leffe Royale, la más tímida y elegante de la familia
Hace un par de décadas el panorama cervecero en España no ofrecía el esplendor fulgurante ni la efervescencia de la actualidad. En esos años donde comenzó a fraguarse mi pasión por la cerveza, una de las pocas muestras que llegaban hasta tierras ibéricas del salto cualitativo que representaban las cervezas belgas, eran las cervezas de abadía Leffe. Hoy en día, se han quedado relegadas a un segundo plano, para muchos de los que formamos parte de este mundo, tras haber degustado infinidad de cervezas del género con una calidad extraordinaria. Pero particularmente para mi ocupan un lugar especial en mi corazón cervecero, quizás por nostalgia, al tratarse de una de las primeras cervezas de abadía que he bebido en mi vida, o quizás por ser responsable de mi particular idilio con las cervezas de abadía, uno de mis estilos preferidos junto con las saison. Cada vez que iba a una gran superficie o cervecería especializada donde podía encontrarla me dedicaba a probar cada una de las variedades diferentes de la marca con las que me iba topando: la Blond, la Bruin, la Tripel, la Radieuse... todo un universo de sabores totalmente diferentes a lo que había probado hasta entonces. Con el paso del tiempo y tras probar las trapenses y otras cervezas de abadía, he de confesar que las tuve un tanto olvidadas hasta esta misma semana, momento en el que descubrí por casualidad una variedad inédita, la Leffe Royale, al parecer la más tímida y esquiva de todas las producidas por Leffe, a juzgar por la información que he recibido al respecto y es que he de confesar, que no había reparado en ella, a pesar de gozar de una presentación vistosa que la diferencia claramente del resto de las referencias que forman parte del portfolio, con su elegante etiqueta de color oro y negro. Una excusa perfecta para que me decidiera a que tan ancestral cervecera tuviese su hueco en mi particular cerveteca con un pequeño homenaje a través de este post.
Un poco de historia...
Leffe, es sin duda una de las fábricas de cerveza de abadía más conocidas de toda Bélgica. La cervecera se encuentra ubicada en el margen derecho del Mosa, un río que discurre al sur de la pequeña ciudad de Dinant, en la provincia de Namur, la capital de Valonia. La abadía de Leffe tiene su origen en el año 1152 cuando se construye la abadía de Notre Dame en las cercanías de la unión entre el mencionado río Mosa y el Leffe, que a la postre fue el nombre que terminó recibiendo la abadía al comienzo del siglo XIII. Las primeras reseñas históricas en las que aparece alguna mención a la cervecera de la abadía datan de 1240, cuando los monjes elaboraban cerveza tal y como era costumbre en la época, utilizando ingredientes naturales procedentes de la región y siguiendo las instrucciones de una receta transmitida de monje a monje, generación tras generación. La cerveza elaborada en los monasterios de la Edad Media, no sólo eran muy nutritivas y formaban parte de la dieta habitual de la comunidad monástica y los fieles y peregrinos que acudían a las abadías, sino que además era una eficaz medida para mantener a raya las enfermedades derivadas de la insalubridad de las aguas.
Como sucede con la práctica totalidad de las abadías-cervecerías belgas, la historia de la abadía de Leffe no ha estado exenta de acontecimientos trágicos. A comienzos del siglo XV, por ejemplo fue azotada por la peste, llegando a fallecer el abad y siete monjes más de la abadía a causa de la terrible enfermedad que asoló Europa en aquella época. Años más tarde, en 1460, el abad de la abadía de nuevo falleció por causas no naturales. Murió ahogado a causa una devastadora inundación que afectó al monasterio. Más adelante no fue una enfermedad ni una inundación, la que marcó el destino de la abadía, sino el asedio que sufrió la vecina ciudad de Dinant por el rey Carlos I de Valois, en el que perdieron la vida gran parte de sus habitantes, tras el cual, sus tropas saquearon e incendiaron la abadía. En el siglo XVIII fueron los húsares de Hungría, brutales mercenarios, que no mostraron respeto alguno por el carácter sacro del edificio religioso de la abadía, cuando fueron "hospedados" en el propio monasterio en 1735, llegando a saquear todo lo que encontraron a su paso y destrozar literalmente las reservas de cerveza.
Posteriormente llegó la Revolución Francesa y las consecuencias para la Iglesia fueron nefastas. El nuevo gobierno rechazó conservar el estatus de privilegio que ostentaba la Iglesia, y expropió el patrimonio que se encontraba en manos de los monasterios y conventos. Así en 1796, la abadía fue declarada patrimonio del estado francés, comenzando una etapa de difícil supervivencia caracterizada por sucesivos cambios de propietario, lo que afectó de forma crítica a la fabricación de cerveza hasta el año 1809, momento en el que se puso fin a la actividad cervecera de la abadía.
En febrero de 1937, la abadía de Leffe fue declarada edificio de interés histórico, pero ello no evitó que durante la II Guerra Mundial el ejército alemán invasor utilizara el material de metal de la cervecera para fundirlo y fabricar armamento y munición.
Tras el armisticio, ya en la década de los 50, el abad de la abadía se reunió con un cervecero que operaba en Bruselas, Albert Lootvoet, para reanudar la actividad de la cervecería de la abadía, recuperando la tradición de las cervezas allí elaboradas durante siglos, utilizando las misas recetas. Más adelante la cervecera del Sr. Lootvoet fue adquirida por la gran compañía internacional Interbrew, propietaria entre otras marcas, de Hoegaarden, la célebre cerveza blanca de trigo belga.
Actualmente, Leffe pertenece al gran grupo cervecero AB Inbev, y aunque ya no se fabrica en la propia abadía, el conocimiento cervecero atesorado por la abadía durante siglos se ha mantenido, plasmándose en cada una de las cervezas que salen de la fábrica. Como homenaje a los siglos de tradición cervecera de la abadía de Leffe, en Dinant se encuentra abierto al público el museo de Leffe.
De todas las variedades de Leffe personalmente llegué a probar la Blond, la Bruin, la Vieillé Cuvée (en mi opinión la mejor de todo el portfolio), la Tripel, la Radieuse, y la Kerst (la edición especial de Navidad). La Royale, inédita hasta hace unos días para mi, es la protagonista de la entrada de hoy con su nota de cata comentada a continuación.
De todas las variedades de Leffe personalmente llegué a probar la Blond, la Bruin, la Vieillé Cuvée (en mi opinión la mejor de todo el portfolio), la Tripel, la Radieuse, y la Kerst (la edición especial de Navidad). La Royale, inédita hasta hace unos días para mi, es la protagonista de la entrada de hoy con su nota de cata comentada a continuación.
Cata:
Graduación:7,5º
Temperatura de servicio: 10ºC aprox.
Tipo de vaso recomendado: Cáliz de abadía.
Aspecto: De tono ambarino intenso, no presenta sedimento, ni traza de levadura. Genera una abundante capa de espuma blanca, que mengua con rapidez hasta quedarse en un dedo de espesor que sobrevive hasta casi apurar la copa, dejando restos de encaje en la copa.
Aroma: El aroma de carácter dulzon está dominado por una mezcla de notas florales, afrutadas (fruta tropical como piña y banana) y de cereal, con algunas notas más moderadas de levadura, y lúpulo que pone el contrapunto.
Sabor y textura: De cuerpo medio y textura cremosa, que recuerda al sirope por su marcado sabor dulce con el que comienza el trago, es una cerveza que consigue un buen balanceo del gusto, aunque quizás podría haberle dado más recorrido y protagonismo a los lúpulos, que aún estando presentes en mayor medida que en otras cervezas de la marca, están sujetos por los más intensos matices maltosos como caramelo y azúcar candi, y las notas afrutadas de banana. Finaliza con más sequedad que amargor, y un punto especiado, quizás cilantro o tal vez pimienta. Una buena cerveza, a la que sin embargo se le podría haber sacado más partido.
Bueno, siendo una marca tan industrial no creo que nadie esperase nada del otro mundo. Con que sea una buena cerveza, como es el caso, parece más que suficiente.
ResponderEliminarUn saludo
Bueno, el hecho de que sea catalogada como "industrial" no es la principal causa de cómo sean sus cervezas. Conozco otras muchas cervezas que podrían ser tan "industriales" como las Leffe y son excelentes. Hay varias craft en Estados Unidos que aquí podrían ser consideradas auténticas industrias del tamaño de una Alhambra, por poner un ejemplo. Es el eterno debate. Pero al margen de este matiz, ciertamente es una cerveza muy en la línea de la fábrica, ligeramente superior a la Blond, aunque para mi gusto por debajo de la Vieillé Cuvée, la mejor de la fábrica, una gran cerveza de abadía, aunque estamos hablando de otro tipo de cervezas al tratarse de una cerveza cercana a una cuádruple. Salu2!
EliminarSuscribo al pie de la letra el comentario de Embracing, en las apreciaciones de la marca y de cumplir expectativas. Solo por curiosidad y por si el ansia coleccionista aprieta, ¿has encontrado en un hiper conocido o ha sido alguna tienda más especializada? Un abrazo, Juan!
ResponderEliminarP.D. Fotaca la de la copa con la iglesia azul de fondo, y muy apetecible el maridaje... ;)
Está al nivel de otras Leffe, algo por encima de la Blond, pero creo que podría haberles quedado una mejor cerveza, si hubieran aprovechado el potencial de lúpulo que contiene en detrimento de la malta, para acercarse a una ipa belga, por ejemplo. La encontré en tienda especializada, si quieres te digo por privado en cuál. Y sí, la foto de la copa con la iglesia es espectacular, al igual que el maridaje ;). Un abrazo Pau!
EliminarPerfecto, espero esa tienda, si quieres por MP en Facebook :D. Gracias Juan!
EliminarNo la conocía! Interesante!
ResponderEliminarNo es espectacular, pero tampoco te va a provocar ningún arrepentimiento si la pruebas. Seguro que habrá habido cervezas por las que hayas pagado mucho más y que al final te hayan dejado peores sensaciones. Salu2!
EliminarHabía oido hablar de ella pero no la había visto en ninguna tienda. Pero visto que tiene una puntuación bastante decente habrá que darle una oportunidad si la vemos.
ResponderEliminarSaludos!