Westvleteren 12, la deseada
En el último post del blog estuve hablando sobre un top ten de cervezas particular, un tanto sesgado y subjetivo, como suelen ser este tipo de rankings. Entre este top ten se encontraba la trapense Westvleteren 12, objeto de deseo ferviente para muchos cerveceros, tras aparecer en el ranking general de ratebeer como la mejor cerveza del mundo, ahí es nada.
Tal y como comenté en el post, la siguiente entrada iba a ir dedicada a esta cerveza, que por fin tuve la oportunidad, tan esquiva durante años, para poder disfrutarla. Lo prometido es deuda y de ahí que dedique la entrada a la Westvleteren 12, ahora ya que por fin, puedo hablar con propiedad tras haberla degustado.
Sobre la cerveza
Tal y como comenté en el post, la siguiente entrada iba a ir dedicada a esta cerveza, que por fin tuve la oportunidad, tan esquiva durante años, para poder disfrutarla. Lo prometido es deuda y de ahí que dedique la entrada a la Westvleteren 12, ahora ya que por fin, puedo hablar con propiedad tras haberla degustado.
Sobre la cerveza
Esta cerveza pertenece al grupo selecto de las siete cervezas trapenses existentes, y de las que ya he hablado en varias ocasiones en el blog, y es elaborada en la abadía belga de Saint Sixtus de Westvleteren, de donde toma el nombre.
La abadía fue fundada en el siglo XIX, en el año 1831 por monjes trapenses (cómo no), y que procedían de otro monasterio, el de Mont des Cats, justo al otro lado de la frontera con Francia. La cervecería fue fundada unos años más tarde, en 1838, en el interior del propio monasterio, en una región particularmente rica en cultivo de lúpulo, cercana a la ciudad medieval de Ypres.
Algunos de los monjes de la abadía fundaron otra conocida abadía, la de Notre Dame de Scourmont, donde se elabora otra célebre cerveza trapense: la Chimay. Desde mediados del siglo XIX pues, la producción de la célebre cerveza trapense Westvleteren no se ha detenido, incluso durante ambas Guerras Mundiales la producción de cerveza no se detuvo en el monasterio, aunque con menor volúmen, como es de suponer. Uno de los motivos por los que se pudo mantener la producción, fue debido a que el monasterio no fue ocupado por los alemanes durante la Primera Guerra Mundial, funcionando como hospital para los heridos de las tropas aliadas. La cervecera además fue la única en mantener el uso de los vasos de cobre durante ambas guerras, cuando el cobre era un material escaso que generalmente era incautado por los alemanes.
La venta de cara al público comenzó en 1931, ya que hasta entonces sólo servía cerveza a los peregrinos y visitantes del monasterio. En 1946 la fábrica de cervezas St. Bernardus situada en las cercanías de Watou, recibió la licencia para elaborar una ale de abadía con el nombre de Saint Sixtus, una cerveza de excelente calidad verdaderamente exquisita. En 1992 finalizó este permiso, aunque St Bernardus continúa elaborando cervezas de estilos similares (de los que doy fe) aunque bajo su propio nombre. En ese mismo año los monjes de Westvleteren inauguran su nueva fábrica de cerveza que venía a reemplazar la antigua.
La fábrica en la actualidad, es quizás la que más se ajusta a la filosofía de las cervezas trapenses, empleando en la actualidad a tan sólo 3 trabajadores laicos externos al monasterio en diversas tareas, manteniendo el grueso del proceso de fabricación en manos de los monjes de forma exclusiva.
La abadía fue fundada en el siglo XIX, en el año 1831 por monjes trapenses (cómo no), y que procedían de otro monasterio, el de Mont des Cats, justo al otro lado de la frontera con Francia. La cervecería fue fundada unos años más tarde, en 1838, en el interior del propio monasterio, en una región particularmente rica en cultivo de lúpulo, cercana a la ciudad medieval de Ypres.
Algunos de los monjes de la abadía fundaron otra conocida abadía, la de Notre Dame de Scourmont, donde se elabora otra célebre cerveza trapense: la Chimay. Desde mediados del siglo XIX pues, la producción de la célebre cerveza trapense Westvleteren no se ha detenido, incluso durante ambas Guerras Mundiales la producción de cerveza no se detuvo en el monasterio, aunque con menor volúmen, como es de suponer. Uno de los motivos por los que se pudo mantener la producción, fue debido a que el monasterio no fue ocupado por los alemanes durante la Primera Guerra Mundial, funcionando como hospital para los heridos de las tropas aliadas. La cervecera además fue la única en mantener el uso de los vasos de cobre durante ambas guerras, cuando el cobre era un material escaso que generalmente era incautado por los alemanes.
La venta de cara al público comenzó en 1931, ya que hasta entonces sólo servía cerveza a los peregrinos y visitantes del monasterio. En 1946 la fábrica de cervezas St. Bernardus situada en las cercanías de Watou, recibió la licencia para elaborar una ale de abadía con el nombre de Saint Sixtus, una cerveza de excelente calidad verdaderamente exquisita. En 1992 finalizó este permiso, aunque St Bernardus continúa elaborando cervezas de estilos similares (de los que doy fe) aunque bajo su propio nombre. En ese mismo año los monjes de Westvleteren inauguran su nueva fábrica de cerveza que venía a reemplazar la antigua.
La fábrica en la actualidad, es quizás la que más se ajusta a la filosofía de las cervezas trapenses, empleando en la actualidad a tan sólo 3 trabajadores laicos externos al monasterio en diversas tareas, manteniendo el grueso del proceso de fabricación en manos de los monjes de forma exclusiva.
La abadía fabrica tres variedades en la actualidad, todas ellas sin etiquetado, diferenciéndose entre sí por la chapa que corona la botella, donde aparece el nombre de la cerveza en distintos colores: verde, azul o amarillo:
-La “Westvleteren Blond”, caracterizada por un fuerte sabor a malta junto con un fuerte contenido de lúpulo unido a su amargor característico. Tiene una graduación alcohólica de 5,8% en volumen.
-La “Westvleteren Extra 8“. Una cerveza oscura y fuerte, tostada, con cierto nivel de amargor. De gusto afrutado y con matices de frutos secos, y a café. Tiene una graduación alcohólica de 8% en volumen.
-Y la cerveza estrella, la “Westvleteren ABT 12”, oscura y con mucha densidad. Con una graduación alcohólica de 10,2% en volumen, será de la que me ocupe en la cata.
Dos son los motivos principales por los que esta apacible abadía saltó a la palestra del panorama cervecero, adquiriendo una reputación y fama, que no había sido buscada por los monjes que la regentan, pero que la han colocado en el punto de mira de millares de aficionados cerveceros.
La primera de ellas es el cúmulo de excelentes referencias en diferentes círculos cerveceros, a la ale estrella de la abadía, la Westvleteren 12, siendo además elegida como la mejor cerveza del mundo por la web de críticas de cervezas ratebeer.
La segunda de ellas, es la casi obtención de la categoría de cerveza de culto, por lo complicado que resulta adquirir estas cervezas debido a la política comercial restrictiva que mantienen los monjes de la abadía de forma estricta, o al menos lo intentan, porque también es cierto que existe un cierto mercado clandestino paralelo donde es pòsible conseguir la cerveza a un precio eso sí bastante superior al original. Y es aquí donde ha habido y hay mucho aprovechado que intenta sacar tajada a esta situación llegando a vender una botella de Westvleteren 12 por 40 o 60 euros en internet, intentando hacer uso del tirón de la fama adquirida por la cerveza tras ser considerada por muchos críticos como la mejor del mundo.
Ya en el anterior post dejé mi opinión que me merecen estos títulos honoríficos, acogiéndolos con cierto grado de escepticismo, pero obviamente al mismo tiempo despertando mi curiosidad y expectación, eso sí sin llegar a que sea lo suficientemente grandes como para pagar esas sumas de dinero. Afortunadamente la pude conseguir por un precio mucho más razonable, gracias a un amigo que viajó hasta tierras belgas recientemente, pudiendo saciar mi anhelo por ampliar mi paladar con las mejores cervezas.
Cata:
Color y aspecto: Opaca, de color marrón muy oscuro, cercano al negro. Forma una capa de espuma de color crema y de amplitud media, pero con muy buena duración que va dejando anillos adheridos en el cristal.
Aroma: Rica y compleja en aromas, donde aparecen un cúmulo de olores afrutados, destacando las ciruelas, los higos y las pasas, con notas de levadura y chocolate.
Sabor y textura:
Si intentamos ilustrar el concepto de "cuerpo" en la cerveza, podríamos hablar sin problemas de esta fantástica ale. Resulta muy densa, carnosa, casi masticable. Con un grado de carbónico casi perfecto tiene un paso por la boca muy gratificante, con sabores intensos con toques afrutados a frutos oscuros y dulces, como ciruelas, higos, uvas, cerezas, un punto de azúcar moreno, levadura y un contrapunto de amargor muy ajustado, donde se dejan notar especias, lúpulo y el alcohol, de modo que tenemos frente a nosotros una cerveza con un equilibrio muy logrado entre notas dulces y amargas.
En resúmen, no me ha decepcionado, pero no he llegado a tocar el cielo. Siendo una excelente cerveza, y otorgándole una muy buena puntuación quizás ha habido otras que han logrado darme una mayor satisfacción, quizás más por la sorpresa proporcionada por la cerveza en sí, sin tantas expectativas y ansiedad acumuladas. En un nivel en el que es muy difícil establecer diferencias entre las cualidades de la cerveza, es donde predominan sensaciones de tipo más "instintivo", o como se suele decir, más con el corazón que con la cabeza, por lo que le otorgo medio punto por debajo de la perfección que a mi parecer si consiguen alcanzar algunas otras (pocas) cervezas.
Nota: 9,5/10
Color y aspecto: Opaca, de color marrón muy oscuro, cercano al negro. Forma una capa de espuma de color crema y de amplitud media, pero con muy buena duración que va dejando anillos adheridos en el cristal.
Aroma: Rica y compleja en aromas, donde aparecen un cúmulo de olores afrutados, destacando las ciruelas, los higos y las pasas, con notas de levadura y chocolate.
Sabor y textura:
Si intentamos ilustrar el concepto de "cuerpo" en la cerveza, podríamos hablar sin problemas de esta fantástica ale. Resulta muy densa, carnosa, casi masticable. Con un grado de carbónico casi perfecto tiene un paso por la boca muy gratificante, con sabores intensos con toques afrutados a frutos oscuros y dulces, como ciruelas, higos, uvas, cerezas, un punto de azúcar moreno, levadura y un contrapunto de amargor muy ajustado, donde se dejan notar especias, lúpulo y el alcohol, de modo que tenemos frente a nosotros una cerveza con un equilibrio muy logrado entre notas dulces y amargas.
En resúmen, no me ha decepcionado, pero no he llegado a tocar el cielo. Siendo una excelente cerveza, y otorgándole una muy buena puntuación quizás ha habido otras que han logrado darme una mayor satisfacción, quizás más por la sorpresa proporcionada por la cerveza en sí, sin tantas expectativas y ansiedad acumuladas. En un nivel en el que es muy difícil establecer diferencias entre las cualidades de la cerveza, es donde predominan sensaciones de tipo más "instintivo", o como se suele decir, más con el corazón que con la cabeza, por lo que le otorgo medio punto por debajo de la perfección que a mi parecer si consiguen alcanzar algunas otras (pocas) cervezas.
Nota: 9,5/10
Yo también tengo gran curiosidad por probarla, pero como no creo que me suceda muchas veces, no tengo prisa, así cuando la pruebe podré comparar con más cervezas que lleve a mi espalda, no como ahora :-D.
ResponderEliminarPor otro lado, me quedo con la curiosidad de cuáles obtuvieron un 10 en tu cerveteca :-D
Me contesto a mi mismo, el amigo Google me ha echado una mado :-D
ResponderEliminarhttp://www.google.es/search?q=%22cerveteca-jab%22+%22nota:+10%22
Jejeje... Dios bendiga Google ;). En ese grupo hay alguna más que aún no he comentado en el blog, como la Ayinger Celebrator, o la sublime Pannepot de Struise entre otras.
ResponderEliminarTodas las tengo en mi lista de cervezas por beber, excepto la St. Bernardus 12, que la probé de las primeras y en un estado de salud cuestionable (y unas horas después se fue por el coladero, menuda gripe estomacal me cogí :-(). Tengo una guardadita en la despensa desde hace un año, para despejar la duda un día de estos :-D.
ResponderEliminarJAB, aunque ahora ya sea tarde, por si a caso te haces con otra WV12, mi consejo es que la compares con cualquier otra trapista similar de características como la San Bernardus 12 (otro cervezón por cierto). Entonces, comparandolas igual la disfrutas mucho más (es como nos sorprendió tantísimo a nosotros dos).
ResponderEliminarSaludos!
Hoy aprovechando estar de viaje por Bruselas, me he hecho con una St bernardus 12 y una Westvleteren 12 para hacer una cata comparativa. No soy experto ni mucho menos pero os dejo mis impresiones:
ResponderEliminarA la vista, son casi iguales aunque se aprecia más turbia u opaca la WV12
En cuanto Aroma y sabor, un punto más compleja la WV12, con más matices. Se nota más cuerpo, un poco más el amargor y también el alcohol. Por otro lado, la St Bernardus, al ser un punto más suave, entra de maravilla, y sería muy difícil esccoger una ganadora.
Tan parecidas y tan distintas al mismo tiempo, he ahí la magia :)