Tercera edición del FFdA: Great Divide Baltic Smoked Porter y BFM Abbayé du Saint Bon Chien

Este pasado fin de semana tuvo lugar la reedición por tercera vez de una de las iniciativas que han calado más hondo entre los bloggers cerveceros españoles, el FFdA o lo que es lo mismo, el Fin de semana de Fondo de Armario, que en cada edición es acogido con igual o mayor entusiasmo, y todo gracias a mi buen amigo Joan del blog birraire. Para esta ocasión incluso se planteó una sesión de "mesa redonda" en vivo gracias a las nuevas tecnologías, y que tuvo lugar el viernes por la tarde, coincidiendo con el inicio del fin de semana señalado. Aquí dejo el enlace al vídeo donde se puede comprobar cómo fue la sesión del FFdA live: http://www.birraire.com/2013/06/3er-ffda-ffda-live.html
Como viene siendo habitual en mis colaboraciones con la celebración de cada FFdA, no me conformo con una única cerveza y suelo participar guardándome un as extra en la manga. En el caso que nos atañe en la presente edición, el as es una segunda cerveza, invitada de última hora. La primera de ellas estaba concienzudamente seleccionada para esta ocasión, por lo que se perfilaba como la cerveza ideal para disfrutar este fin de semana pero una serie de condicionantes circunstanciales provocó que se diese la oportunidad de poder disfrutar de otra cerveza muy singular y de calidad contrastada que sin duda era más que merecedora para hacer de pareja de baile de la primera.



La primera...
La primera de las cervezas a la que me estoy refiriendo es a la Great Divide Baltic Smoked Porter, una gran cerveza elaborada por la reputada fábrica de Denver, como cada una de las cervezas que han ido viendo la luz con el sello de la mencionada marca estadounidense. Quién no guarda una pequeña parcela en su corazón cervecero para joyas como la Yeti, Titán, Hércules...? Nombres mitológicos que bautizan cervezas que merecerían entrar dentro de una hipotética mitología cervecera. Y es que cada una de las cervezas que forman parte del portfolio de Great Divide, ha alcanzado la categoría de cerveza de culto, en parte debido a las buenas críticas y premios recogidos, y en parte igualmente por la extrema dificultad que entraña poder hacerse con alguna botella de la fábrica de Colorado, puesto que desde hace un tiempo no llegan a nuestro país, ni siquiera a Europa debido a que dejaron de exportar a Europa para centrarse en el mercado nacional interno, ya que había varios estados a los que aún no llegaban sus cervezas. Aún hoy es posible encontrar alguna botella despistada que haya quedado olvidada incomprensiblemente en un rincón de alguna cervecería de nuestra geografía,m o algún almacén del norte de Europa. 
La historia que hay detrás de esta cerveza, en mi caso, guarda una estrecha relación con los comienzos de Labirratorium, el proyecto empresarial que comencé con la ayuda de mis dos socios Álvaro y David. Durante una de las muchas tardes del año pasado, en la que nos reuníamos para ir llevando el proyecto hasta buen término, Alvaro sacó del fondo de su armario una botella de Smoked Baltic Porter que tenía a buen recaudo desde hacía mucho más tiempo de lo que el ímaginaba, ya que había pasado más de un año de la fecha de consumo recomendado que figuraba en la etiqueta de la botella. Dado que las características de ese tipo de cervezas son favorables para el envejecimiento de las mismas en la propia botella, no nos importó ni un ápice descorcharla y compartirla, más aún viniendo de la misma fábrica capaz de elaborar tantas maravillas como la Great Divide y que conocíamos muy bien. Además del aliciente propio de la marca y la cerveza, nos invadía una gran curiosidad por comprobar si tras haber rebasado tan ampliamente la fecha de consumo recomendado la cerveza había evolucionado a mejor o a peor. Tras dar el primer trago a aquel brebaje negro, cubierto de una espuma más propia de un capuccino, obtuvimos la respuesta. Sencillamente estaba maravillosa. El humo presente en el aroma y el gusto se había diluído de forma deliciosa en un mar de matices torrefactos donde destacaba el chocolate negro y el café, sobre un cuerpo y texturas un tanto lácteas, lo que le otorgaba cierto dulzor y candidez, incluso presentes al final del trago. Soberbia.
Tan memorable y placentero fue nuestro recuerdo, que cuando más adelante, en el mes de diciembre, ya con el negocio en marcha, tuvimos oportunidad de hacernos con una caja de la Baltic Porter y otra de la Yeti, no lo dudamos ni un ápice. Vendimos rápidamente casi todas las botellas a excepción de unas pocas que aún guardamos en la trastienda para continuar envejeciendo y verificar más adelante su evolución. Antes eso sí, había aprovechado la ocasión para hacerme con una de las botellas que recibimos, y este fin de semana llegó el momento para poder disfrutar de ella.

Graduación: 7,5º
Tipo de vaso recomendado: Copa shaker, o vaso de pinta americano.
Temperatura de servicio: 10ºC aprox.
Aspecto: De color negro ébano, aspecto denso, petrolífero, y cubierta por un manto de espuma marrón, muy esponjosa, de color marrón chocolate con leche. Buena retención y adherencia de la espuma al vidrio, dibujando abundante y pegajoso "encaje" en el cristal.
Aroma: Intenso, profundo, dominado por los matices torrefactos, como granos de café y en especial chocolate negro, con un fondo tenue ahumado. Acompañan numerosos matices haciendo de esta una cerveza compleja. Entre ellos destacan la vainilla y los frutos del bosque como moras.
Sabor y textura: De cuerpo medio y textura lechosa resulta muy suave y aterciopelada en boca. El paso del tiempo le siente muy bien a esta cerveza incrementando los matices torrefactos y en especial el lado dulce maltoso de la cerveza, intensificando el tono de chocolate que tiene la cerveza en boca, en detrimento del ahumado y el alcohol que queda muy bien camuflado. Los sabores vienen dominados por los matices de café, melaza, chocolate negro, vainilla y algo de fruta. El amargor es muy suave, y sólo muy en el fondo se detecta el ahumado, en especial a medida que va aumentando la temperatura de la cerveza.
Nota



Su pareja...
Cuando todo estaba atado y bien atado para incluir como cerveza del FFdA a la porter ahumada americana apareció una joya que hasta hace poco no había llegado a Madrid proveniente de tierras Helvéticas, demostrando que los suizos saben hacer muy buenas cervezas aparte de relojes y chocolates. Muchos sabrán que me estoy refiriendo a las excelentes BFM (Brasserie Des Franches-Montagnes), a las que dediqué no hace demasiado un post en el blog, tras su llegada a España de la mano de nuestro amigo Gabriel de Zombier. Ya pude probar varias referencias de la célebre microcervecera suiza cuando llegaron los primeros barriles al Animal, pero debido a nuestra participación en el recién concluso Beerfest de La Tape, me pasé por el local para impartir una cata cervezas maridadas con los postres de su carta, coincidiendo con el momento elegido para que fuera pinchada en uno de sus barriles rotativos, ni más ni menos que la Abbayé du Saint bon Chien, su buque insignia, su perla negra. Una excelente strong dark ale con un toque sour, increíblemente compleja. Pero más allá de poder probarla de barril una vez más, conseguí rellenar una botella de 75 cl. a modo de growler, que la gente de la Tape incluía como parte del pack de merchandising que vendía incluyendo además un postre de la carta, una camiseta y una bola de tela de diseño atractivo. Era una oportunidad única para poder disfrutar en casa tan excelente cerveza con la tranquilidad que merece. Lo ideal hubiera sido mantener a buen recaudo semejante tesoro durante unos meses hasta la siguiente edición del FFdA, pero me temo que la cerveza no iba a lograr mantenerse en óptimas condiciones tal y como había salido del barril después de que transcurriese tan largo plazo, por lo que me pareció una buena idea incluirla en la presente edición del FFdA.
Esta cerveza, bautizada en honor al perro que vivía en la fábrica, obra cumbre del maestro cervecero Jerome Rebetez, resulta un tanto inclasificable ya que incorpora características que podrían ser encuadradas en diferentes estilos. Nos encontramos ante una cerveza que guarda grandes similitudes con el vino, por su profundidad en los matices, su sabor afrutado y los taninos que se detectan, y es que no hay que olvidar que precisamente el pasado del maestro cervecero de BFM se centraba en el mundo del vino. Precisamente su carácter complejo y afín al vino, fue en parte lo que encandiló a la prensa especializada, siendo elegida por la sección de gastronomía del New York Times como la mejor cerveza de 2008 dentro de su categoría. A partir de ahí la reputación de esta cerveza no ha hecho más que crecer.

Graduación: 11º
Tipo de vaso recomendado: Copa Teku o sniffer.
Temperatura de servicio: 12ºC-14ºC
Aspecto: De color entre ocre y rojizo oscuro, y de aspecto turbio y traslúcido. Apenas nos encontramos con una fina capa de espuma de color amarillento que se disipa con rapidez, y es que sus 11º de alcohol hacen difícil que se sostenga durante mucho tiempo. Finamente carbonatada, es posible observar a través del cristal las diminutas burbujas ascendiendo verticalmente de forma ordenada.
Aroma: Sorprendente, intenso y complejo. Abundancia de matices afrutados, en especial  manzana, y frutos rojos como cereza, y uvas. También aparecen de forma clara y en armonía notas de caramelo, vainilla, levaduras salvajes  y taninos.
Sabor y textura: De cuerpo medio-ligero, es una cerveza que en un comienzo se perfila como fácil de beber, aunque en un segundo instante pone freno a ser una cerveza de consumo ligero y rápido debido a su toque agrio y ácido que deja encogidos los carrillos y la base de la garganta. Sabor magistralmente compensado entre los matices maltosos, dulces y afrutados, y el regusto final con un perfil agrio, ácido y profundamente seco, que incita a acompañar de comida y al mismo tiempo seguir bebiendo. Recuerda por momentos a los matices y sensaciones encontrados en algunas lambic. Entre los matices destacables podemos encontrar caramelo y fruta, en especial manzana y cereza, a medio camino entre el dulzor y la acidez, y al mismo tiempo un poco de uva En un comienzo parece vencer el toque dulzón apoyándose en las notas caramelizadas de la malta con un punto de azúcar, pero hacia el final gana terreno la acidez y el toque sour tan característico de esta cerveza, que logra encajar de forma casi perfecta con el alcohol y el resto de matices, de modo que consigue no resultar saturante. Sólo al final se hace más acusado, dejando una gran sensación de sequedad y astringencia en el regusto.
Nota 

Comentarios

  1. Completo articulo. Una cuestión : la botella donde se envasó la BFM varió en algo - sabor, nivel de carbónico, presencia , etc- respecto a su consumo en el grifo delo local ?
    estoy intrigado por esos envases de 5 litros, 1 litro, o 0,75 en este caso, y si merece la pena dado el precio elevado y la categoria de las cervezas de que se trata.
    Obviamente merece la pena si no hay variación o merma.
    Gracias .

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues te puedo decir que albergaba mis dudas respecto a que la cerveza se conservara en óptimas condiciones tras el envasado en la botella de tapón automático, pero puedo constatar que la diferencia, al menos con esta cerveza, dado su estilo (donde por ejemplo el lúpulo y el carbónico no son elementos que definan la personalidad de la cerveza), es apenas apreciable, estando realmente cerca de la original servida de barril lo que pude comprobar 72 horas antes. No sé si transcurrido un mayor plazo empiezan a notarse los efectos, porque a fin de cuentas no existe el mismo hermetismo que en el barril, y ya tuvo contacto la cerveza, de alguna manera, con el oxígeno, por lo que pasado un tiempo (no sabría determinar con exactitud cuánto), sí que empezarían a ser más visibles las diferencias. Un saludo.

      Eliminar
  2. ¡Grandes Great Divide! Como bien dices, hasta nueva orden, esas Yeti, Titan... quedarán en el recuerdo, y qué grato recuerdo! Me ha gustado mucho la historia que hay detrás de la botella de Smoked Porter y vuestros inicios como Labirratorium :).

    En cuanto a la otra que comentas, la BFM ASBC, poco puedo añadir... ¡Menudo birrote! Este Jerôme sabe muy bien lo que se hace!

    Por cierto, he echado en falta un clásico en tu blog, las recomendaciones de maridaje! :P

    Un abrazo Juan!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Great Divide never dies! jajaja. A ver si tenemos suerte y vuelven a venir estos auténticos portentos de cervezas.
      Dado que en un comienzo parte de la esencia de la iniciativa del FFdA era la historia más romántica o curiosa que pudiera existir detrás de la cerveza elegida, en esta ocasión la Baltic Smoked Porter reunía todas las papeletas para ser la cerveza ideal. Respecto a la otra, sólo se puede decir que es una gran cerveza que acumula talento, misterio y complejidad, como pocas otras, y que es imposible que pueda dejar indiferente. Obvié la recomendación de un maridaje por tratarse del FFdA donde las estrellas son en realidad las cervezas, aunque también he de confesar que en la anterior edición se me coló un invitado gastronómico como lo es el fantástico queso Blue Stilton. Un abrazo Pau!

      Eliminar
  3. No me digas que en Labirratorium tuvisteis botellas de la Smoked Baltic Porter y yo no me enteré... ¡creo que voy a fustigarme un rato! sabía lo de la Yeti porque de hecho os compré una en mi primera visita, que me sirvió como cerveza para despedir el año en Nochevieja, pero no sabía que hubiéseis tenido también de la Smoked. Que envidia, la verdad es que suena a birrote.

    La BFM casualmente la probé de barril hace un par de días en L'Europe. Incluso a mí, que aún ando en proceso de acostumbrarme a las sour, me resulto muy interesante. Me gustó ese aroma complejo afrutado que comentas y el toque levemente dulce que tiene, aunque en boca el regusto ácido-astrigente me saturó un poco cuando ya estaba terminandome la copa. Pero bueno, será todo acostumbrarse.

    ¡Un saludo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, confieso que tuvimos la Baltic Smoked Porter e incluso la Yeti durante una época. Lo cierto es que tardamos muy poco en venderlas, pero nos quedamos con unas pocas para envejecer y probablemente las incluyamos en una cata futura (si llegamos). Habrá que ver cómo evolucionan, aunque tratándose de las cervezas que son, me atrevo a anticipar que lo harán excelentemente.En cuanto a la BFM, es una cerveza excepcional, a la que hay que dar varias oportunidades, según vayamos educando al paladar. Esta fue la tercera vez que la probé y me gustó más que en las dos anteriores. Salu2!

      Eliminar
  4. Corrijo mi comentario anterior: la BFM la probé en La Tape claro, no en L'Europe, que con tanto sitio cervecero junto por el barrio ya me hago lío jejeje

    ResponderEliminar
  5. ENVIDIACA DE BIRRACAS JAB, MUY BUENAS ELECCIONES, SI SEÑOR. SALUDOS!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En general el nivel ha sido muy bueno en esta edición. Me alegro que te haya gustado mi elección particular. Salu2!

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares